Joan Fontcuberta es un fotógrafo catalán. Aunque quizás sería más correcto llamarlo antifotógrafo puesto que consigue con sus imágenes hacernos dudar de que dicha fotografía siquiera exista.

Es bien conocido todo lo conocido que puede llegar a ser un fotógrafo en España sobretodo desde que a finales de los años 80 realizase junto con Pere Formiguera una exposición itinerante que recorrió España y parte del extranjero. Dicha exposición (supuestamente) rescataba el trabajo de campo de un desconocido profesor alemán, Peter Ameinsenhaufen. Este profesor, biólogo, naturalista, botánico, antropólogo, había recorrido el mundo descubriendo nuevas especies de flora/fauna desconocidas hasta la fecha para la ciencia. Sus constantes enfrentamientos con las elitistas sociedades de historia natural de toda Europa lo habían relegado al olvido del sótano de su casa, donde dormían todos sus fantásticos descubrimientos, que eran ahora rescatados por Fontcuberta y Formiguera para darlos a conocer al mundo entero, la exposición se llamó FAUNA SECRETA.

Con la ayuda de “otros especialistas” rescataron del olvido al desconocido Cercopithecus icarocornu, un mono alado cornudo ó la Solenoglypha polipodia especie de serpiente con 6 pares de patas.

“Cuando escuché esto supe que había encontrado a mi hombre. Estaba lo suficientemente loco para acabar colaborando con nosotros. Y, efectivamente, después de una larga y convincente conversación, incluso estaba dispuesto a aportar nuevas ideas que superaban en ocasiones a nuestros proyectos mas imaginativos. Trabajó asiduamente para nosotros y se convirtió en uno de nuestros mejores ayudantes. La mayoría de los especímenes de Fauna Secreta son obra suya y solo en una ocasión, que yo recuerde, se opuso a la realización de un proyecto. Se trataba de un pato que tenía en el cogote una larguísima cola de iguana de casi un metro de longitud, que usaba, a modo de látigo, para pescar peces. Al oir la proposición, el taxidermista me dijo tajante:
-!No es posible! !no se puede hacer!
-¿Porque? -pregunté yo- ¿Acaso hay alguna dificultad para ensamblar la pluma del pato y la escama de la iguana?
-En ese aspecto, no hay ningún problema -respondió solemnemente-. Lo que ocurre es que los patos no pescan, señor mio. Los patos no comen peces.

FAUNA SECRETA estuvo expuesta en varios museos y zoológicos, retando a sus visitantes a dudar de la veracidad del documento fotográfico y de su ciencia.

“Las sesiones de toma de imágenes también fueron muy productivas en lo que a anécdotas se refiere. En una ocasion, nos encontrábamos en la Roca del Vallés, en un campo lindante a la casa de Joan Fontcuberta. Fotografiábamos al Alopex stultus y lo teníamos colocado en su postura característica, es decir: con la cabeza bajo el suelo. La incidencia de la luz no era la ideal y decidimos esperar un rato para que las sombras tomasen otra inclinación. Abandonamos al Alopex y fuimos a tomar un café a casa de Joan. Por lo que pudimos deducir mas tarde, durante este espacio de tiempo un labrador que pasó por el campo vio el extraño animal y corrió al pueblo para dar la alarma. Cuando volvió, acompañado por algunos amigos armados con grandes palos, Joan y yo habíamos terminado la fotografía y nos habíamos llevado el ejemplar a casa. Aquel pobre hombre intentó en vano convencer a sus amigos de la existencia de un animal monstruoso que se encontraba allí una hora antes. Al parecer, ya era conocido en el pueblo por su gran imaginación y su tendencia a abusar de las bebidas alcohólicas. A partir de aquel momento, su fama creció considerablemente.”

La exposición tuvo un éxito considerable en todos los aspectos. Se le acuso de falsificador, mentiroso, embaucador, genio. No era una exposición de fotografías, documentos y extraños animales disecados, lo que en realidad se estaba exponiendo no era mas que una colección de espejos donde se reflejaban los mejores dogmas en los que se asienta nuestra cultura, poniendo en entredicho nuestra irrazonable fé en los medios, la información gráfica o la escrita.

“Pasearnos de incógnito por la exposición y escuchar los comentarios de la gente que la visitaba, se convirtió en una de nuestras diversiones favoritas. Fue de esta manera que pudimos asistir a una curiosa discusión entre un padre y su hijo, un niño de no más de ocho años. El padre estaba entusiasmado ante lo que veían sus ojos.
-¿Te das cuenta de la cantidad de maravillas de la naturaleza que todavía desconocemos? -le comentaba a su hijo.
El niño, con cara de infinita paciencia, le contestó:
-Pero papá, ¿es que no ves que todo es mentira?
-Pareces tonto, niño -insistió el padre-, si fuera mentira no lo expondrían en un museo.

Algunos enlaces interesantes:
mi particular aportación al universo Fontcuberta
Parrafos extraídos del libro “Ciencia y Friccion”, varios autores
Secret Fauna
Proyecto Sputnik
Karelia milagros&co