Desde hoy y para dos semanas, estoy de vacaciones. Imagínenme, si lo desean, durmiendo a pata suelta, en la playa o en el campo, comiendo caldero y bebiendo un vinito o una cervecita, o leyéndome el periódico tranquilamente de cabo a rabo. Esas van a ser mis vacaciones durante unos diez días. Después visitaré Berlín, para asistir a la boda de unos amigos a quienes hace mucho que no veo. Que viva la buena vida.