Si el niño/a hace algo mal, se le explica con cariño que eso no puede ser, que está mal y se le pide que arregle la situación o pida perdón, etc. Se trata de hacerles ver amablemente que aunque no está bien lo que han hecho o no era el momento o la situación, y todos estamos de acuerdo en eso, es fácil remediarlo o cambiar la conducta. Para esto es fundamental que el niño/a sepa deshacer el mal realizado, o pedir perdón, o actuar como se le pide. Así pues, las primeras veces habrá que acompañarlo, de la mano si es necesario, y mostrarle cómo hacerlo de la manera más sencilla posible.
Para que el niño aprenda a no sobrepasar este límite son fundamentales grandes dosis de cariño, lo más auténtico posible. En el caso de los profesores de centros educativos esto no siempre es fácil de conseguir, doy fe. Pero aquí es donde se demuestra la profesionalidad y si uno vale para el puesto.
Sería muy ingenuo pensar que una vez que los niños han adquirido conciencia de que algo no se hace o está mal, dejaran automáticamente de realizarlo. No es así. El poder de las palabras en nuestra sociedad es bastante limitado, en general. En la cabeza de los niñosas más aún. Que el niño/a sepa que algo no se hace no garantiza nada. Pero eso no quiere decir que el niño/a no tenga conciencia de que algo que está mal, está mal. Sobre todo si se lo hemos enseñado.
Lo que sí está claro es que muchas veces obviamos este primer límite. Muchos padres (madres menos, seguro) y algunos maestros (pocos que yo haya conocido, la verdad) se sorprenderían de los buenos logros que se obtienen si se usa con consistencia, convencidos de las palabras que elegimos, los gestos que usamos y los halagos que les dirigimos a los críos.
En circunstancias normales, este límite solo debería ser rebasado por los niños/as muy pocas veces al día. Pero de lo que es normal o no, podríamos también hablar largo y tendido. No me atrevo a indicar porcentajes, porque estos apuntes míos tienen de científicos lo mismo que yo: cero. Pero está claro que a cualquier niño que se le halaga, se le reconocen los aciertos y se le trata con cariño y respeto, aprende a halagar, a reconocer los aciertos de los demás y a mostrar cariño y respeto.

Insisto en que la idea es plasmar aquí mis experiencias y escasos conocimientos por si le sirven a alguien y para que a quien le interese los ponga de vuelta y media o los perfile, o los comente sin más. Yo de entrada ya se lo agradezco. Por ahora Mercedes, mi pareja, está de acuerdo en lo que voy escribiendo. Y eso me agrada mucho, como os podeis imaginar.