Antonio y yo

Ochenta son los años que cumplimos mañana mi mellizo Antonio y yo (40 más 40, claro).
Hay quien dice que entre una pareja de mellizos o gemelos existen lazos especiales: una conexión entre los estados de ánimo unas veces; gustos similares; compartición (palabro que no existe) de inquietudes; etc. Puede ser. Algunos de esos lazos puedo dar fé de que existen entre Antonio y yo, y algunos poco “científicos”. Pero con el tiempo he descubierto coincidencias similares con otros hermanos y amigos. Así que…
Es cierto que la relación con Antonio siempre ha sido especial, fundamentalmente porque es con el hermano que más recuerdos tengo. Dejo aquí, para la posteridad, una breve muestra de ello, a modo de particular homenaje:
Recuerdo que, de pequeños, muchas veces antes de dormir nos hacíamos cosquillas en la espalda. Primero uno y después el otro.
Antonio y yo sabemos compartir: yo le daba a él las patatas del estofado y él me pasaba la carne.
Un día, en la calle, en uno de tantos “pase de cabeza” dimos más de 80 toques sin que se cayera el balón.
Otro día, en partido “oficial” con el equipo del barrio (de “quitapellejos”), jugando yo de medio centro y él de portero hice un penalti. Se lo tiraron y lo detuvo. ¡Qué alivio!
Perdí la cuentas de las veces que nos peleamos. Normalmente la causa era mi envidia. Nos dábamos bien.
El primer concierto con mi primer grupo de música está grabado. Yo tocaba el bajo y tuve que preparar un breve “solo”. Antonio me ayudó. El día anterior estuvimos sacándolo y ensayándolo toda la tarde. A la la hora de la verdad, en directo, se me olvidó la mitad y tuve que improvisar. El único que se dio cuenta fue Antonio.
Ya hemos recordado aquí varias veces que Antonio fue el primer insumiso a la Prestación Social Sustituria, de los 6 juzgados y condenados en Albacete, que entro a cumplir condena (2,4,1) en prisión civil. Recuerdo esos días casi como un mal sueño. Primero el alegre juicio en Albacete. Luego el día en que recogió la sentencia en el Palacio de Justicia de Cartagena, y más tarde el día que entró en prisión. “Solamente” fueron 4 meses en segundo grado y 1 año en tercer grado, pero teníamos 21 años, y no fue plato de gusto. Sobre todo para él.
Antonio vive y cuenta con pasión todo lo que le gusta. Siempre ha sido así. Ya sea el diseño de un jardín, la última canción que ha compuesto, o un periplo marinero por las costas de Cartagena. Quien lo conoce sabe que no miento.
Y que dure al menos otros 40 años.