Tengo bastante claro que delimitar el conocimiento, reducirlo a compartimentos estanco, es complicado y “complicante”.
Complicado, porque no es fácil establecer el límite entre numerosas disciplinas, cuyos contenidos y materias se solapan y entrelazan siendo imposible distinguirlas en la realidad.
“Complicante”, porque, puesto que la realidad no aparece separada en materias, su conocimiento debería abordarse lo más eclécticamente posible: desde cuantas más disciplinas de conocimiento a la vez mejor, si no queremos naufragar en el primer escollo o duda a donde nuestro desconocimiento nos lleve.
No obstante, por norma general y salvando ciertas excepciones (temas muy complejos, de mucha enjundia y profundidad) sí podemos afirmar que es incorrecto llevar asuntos o problemas de índole social al terreno de lo personal, a la hora de buscarles solución.
Por ejemplo, sucede así con el aborto y también con la prostitución (pero hay muchísimos más ejemplos).
El problema real del aborto en cualquier país del mundo no debería ser tanto cómo evitar que se produzca (razones muy complejas, de mucha enjundia y profundidad) sino qué hacer con las mujeres que deciden abortar.
El objetivo de eliminar el aborto como método de evitar embarazos no deseados es, lógicamente, compartido por cualquiera, porque nadie aborta por placer. De igual modo, no creo que haya muchas personas que se prostituyan por amor al arte: seguro que si pudieran dedicarían su valioso tiempo a otros menesteres, pero es la vida y la química cerebral lo que las ha llevado allí.
Todo es importante pero ¿qué es más urgente? 1) ¿Gastar tiempo, dinero y energía en evitar que una mujer aborte o se prostituya? 2) ¿Mejorar las condiciones (higiénico-sanitarias, emocionales, económicas, etc) en que las mujeres abortan y se prostituyen? o 3) ¿invertir en educación sexual y medicina para que así, al correr de unos cientos de años, no haya mujeres que necesiten prostituirse ni sufran embarazos no deseados?
Hablamos del corto (1), medio (2) y largo plazo (3). Supongo que cada uno le dará más importancia a un aspecto del problema que a otro. Mi decisión, hoy, sería: 2, 3, 1. Y creo que esta medida me resulta bastante recurrente. Lo tendré en cuenta a partir de ahora.