Todavía era de noche cuando empecé a oir la moto subiendo por el camino. Todavía faltaba un buen rato para que amaneciese, y un buen rato más para que saliese el sol, pero para entonces el viejo ya llevaba un rato cavando su terraza de almendros.

     
  Amanece  
  Amanece  

Cuando me fuí, ya con el sol fuera, le saludé levantando la mano y él hizo lo mismo sin apenas incorporarse. Hay gente que parece no tener apego a la vida y otros, como el viejo, que parecen tenerle todo el que les falta a otros a pesar incluso de que esta dedicación les acabe encorvando, hasta parecer que se agachan para escuchar lo que la tierra les cuenta.

Abrazado a la tristeza, Extrechinato y tu (en un popup).