La ONU autoriza ataques para frenar a Gadafi.
No me parece mal que la legalidad o la ilegalidad de un estado se fundamente en la movilización popular; que un estado como el libio que ayer era amigo y aliado de Italia, Francia, España, etc, y que en función de esos lazos comerciales recibía -entre otros artículos- armas, hoy, con miles de personas en la calle, sea tratado con desconfianza y sean retiradas las muestras de apoyo internacionales (y no se le vendan más armas). Pero la intervención es un auténtico despropósito. Confío en que la locura de este sistema no dé lugar a otra atrocidad “occidental” más.
Lo que tendría que haber ocurrido en la ONU es la denuncia, previa autocrítica de sus estados miembros, de este tipo de relaciones internacionales (te vendo armas hoy, te las quito por la fuerza mañana), que se están convirtiendo en algo recurrente.
Lo que tendríamos que entender es que sí es justo el comercio internacional, pero no el tráfico de armas. Deberíamos llegar a entender que no es justo que las armas producidas en un país, puedan ser compradas por otros países. Yo creo que sería un gran paso en el desarrollo de unas relaciones internacionales más justas.
¿Qué ocurriría si un estado necesitara armas para librarse de un mal objetivo que daña al pueblo de un estado amigo desarmado? Pues entonces sí se le podría ayudar, como si de una catástrofe humanitaria se tratara.
Pero nada de esto va a suceder. El negocio está bien montado.