Vayan preparando el cuerpo para los próximos cuatro años. Para situarse en lo referente a investigación y ciencia este resumen del modo de funcionamiento del CIPF (Centro de Investigación Principe F) de Valencia me temo que sea algo así como un trailer de la película.
El CIPF es un centro que aspiraba (y supongo que lo sigue haciendo) a convertirse en vanguardia a nivel nacional en cuanto a investigación médica/científica pero, irónicamente, se hizo famoso por sus EREs a trabajadores, por el despilfarro en instalaciones, por sus trabajadores los que contratan becarios a cuenta de los premios recibidos y por que son sus directores los que, con sus pluriempleos, impiden que el centro se puede presentar a concursos.
Este resumen de Miguel Espinosa en su cuenta de Google+ resume perfectamente espíritu emprendedor de nuestros liberales del PP.

Hace seis años la Generalitat Valenciana gastó 60 millones de euros (aportados por Bruselas) en construir el edificio del CIPF, que había de ser uno de los centros de referencia en medicina regenerativa. Para gestionarlo (http://goo.gl/PnxBH) se nombró a Rubén Moreno, yerno de la familia Lladró que había estado imputado (http://goo.gl/XHPmN) por tráfico de influencias.

Según el personal del centro Moreno despilfarraba millones en “equipos que no fueron solicitados por investigadores y que no se han usado” y “cuando faltó financiación, no movió un dedo para encontrarla”. Contrataba a “investigadores estrella que vinieron fichados de fuera de España, y han terminado por irse por desavenencias con él”, y en la gestión de personal (http://goo.gl/IiUFI) mostraba una “clara actitud de abuso de poder” y practicaba “despidos improcedentes (…) sin previo aviso, ni justificación real, impidiendo en el acto al trabajador el acceso a su puesto de trabajo”.

En 2007 la doctora Almudena Ramón realizaba en el CIPF una exitosa investigación sobre regeneración medular. Había logrado hacer andar a ratas parapléjicas y estaba probando su terapia en un mono, que ya mostraba avances. Además su investigación no le costaba nada al CIPF, porque venía financiada por Castilla y León. Sin embargo, al ser una terapia autóloga (donde el donante y el receptor son la misma persona) no podía patentarse y no ofrecía interés farmaceútico.

Tras recibir la visita de una empresa interesada (http://goo.gl/6Itb8) Moreno, que también es presidente de la Sociedad Española de Farmacogenética y Farmacogenómica (http://goo.gl/ylp3H), despidió a la doctora (http://goo.gl/8DO2w) y le prohibió el acceso al historial de su investigación y también al centro; además decidió sacrificar al mono en el que probaba la terapia. Ordenó continuar las investigaciones pero usando células modificadas genéticamente, que sí son susceptibles de patente (http://goo.gl/I0uqj).

Moreno recibía un sueldo astronómico, más de 70.000€ anuales (http://goo.gl/36tgJ) por esta gestión pésima y corrupta; además la Generalitat le pagaba otros 36.000€ para gasolina y una cantidad indeterminada para alojarse en Valencia, porque vivía en Madrid. Sin embargo en sólo tres años redujo el presupuesto del CIPF un 80%, y en 2010 rebajó en un 40% el de 2009: esto es, hizo que el CIPF devolviera fondos ya gastados. La situación llegó el punto en que los científicos tenían que pagar a los becarios con su propio dinero para poder proseguir su trabajo.

Hoy el CIPF cierra 13 de sus 27 equipos de investigación, y despide a la mitad de los científicos que trabajan en él. No queda dinero para seguir investigando. La buena noticia es que la Generalitat mantiene los 2,5 millones de euros de subvención para el Open 500 de tenis (http://goo.gl/GhKFG), y duplica el presupuesto del torneo de golf Castello Masters (http://goo.gl/d07ip), que este año pasa a ser de 3,5 millones de euros frente a los 1’7 de años anteriores

Moreno ya está en otra flor: el 20N figuraba como número 5 del PP para el Congreso, y a día de hoy (http://goo.gl/cYUBJ) ya ha cobrado su primer sueldo de diputado aunque aún falta tiempo para que se estrene en el cargo.