O sea, que el ministro que privatizó Telefónica ahora va a cobrar una pastaca de esa misma empresa… Da empacho nada más que de imaginarlo.

Si mañana nos enteramos de que Telefónica tiene también en nómina a primos, hermanos o cuñados de Rato, y que la empresa los ha fichado después de ser privatizada, ¿a quién le podría extrañar?

Rato debería haberse negado a aceptar ese empleo. Pero sería el único. Antes que él, muchos otros políticos, diputados y diputadas del PP y del PSOE, han sido “fichados” por grandes empresas para garantizarse un trato de favor.

Rodrigo Rato, siendo presidente del FMI (de 2004 a 2007), contribuyó a que ese organismo siguiera ocasionando un daño a las economías de muchos países, incluida España. Acto seguido (diciembre de 2007 hasta su dimisión en 2012) fue presidente de Bankia, que pasó en tres meses de recibir los mejores informes de las autoridades “competentes” (incluido el Banco de España), a llevar a la ruina a muchos españoles.

¿Qué tiene Rato de estupendo? Si por el rango abolengo fuera, tampoco ésta sería una razón, pues su padre fue condenado a tres años de prisión por llevarse dinero a Suiza. Sin duda que habrá tenido acceso a estudios y másteres. Pero cientos de personas como él, preparadas y formadas, pueblan las listas del paro. ¿Por qué él ha sido el elegido? ¿Qué se premia en esta persona, entonces?

Una pista a seguir la daré con una anécdota. Y es que estando yo trabajando en el Ayuntamiento de Cartagena (allá por los 90), sucedió un hecho muy curioso. El Secretario General (el jefe máximo de todos los funcionarios, podríamos decir) se fue a otro ayuntamiento. Mientras que no nombraban a otro, previa oposición, otro funcionario de menor categoría asumió sus funciones. Y en los meses que estuvo el ayuntamiento sin nuevo Secretario, no lo hizo tan mal como su superior. Al poco llegó el nuevo Secretario: un inútil cargado de títulos y puntos, que ganó la oposición. Muchos sospecharon de su capacidad antes incluso de demostrarla porque venía “disparado” desde otros ayuntamientos; no permanecía en ninguno mucho tiempo. Al poco, ya había dejado claro que nadie lo quería y por eso lo largaban…

¿Y cómo se larga a un jefe de la administración pública, cuando todo el sistema de ascenso está medido, en función de unos baremos y de unos puntos de currículum? ¿Cómo un alcalde puede desembarazarse del jefe de los funcionarios, en este caso? Pues siguiendo una técnica que a mí me resultó de lo más chocante, y profundamente incompresible entonces. Hoy la entiendo mejor: lo ascendían, le subían la categoría, su currículum, sus puntos de experiencia, para que pudiera optar a mejores puestos; para que pudiera llegar a ser Secretario de un ayuntamiento cada vez mejor, desde el que incrementar su salario. Me pregunto por donde andará aquel inútil, que al poco tiempo fue ascendido y desapareció de la nómina del Congreso, quicir, del Ayuntamiento de Cartagena…