Una de mis mayores contradicciones es la relativa a la libertad.

Si es más libre el que menos necesita, ¿porqué entonces también es cierto que la verdad es la que nos hará libres y que, por eso, cada vez yo necesite más y más verdades?
Puede que lo que menos necesite sean bienes materiales, y en cierto modo esto es así. Pero las verdades no las regala nadie. Cuestan, cuando menos, tiempo y energía. Y el tiempo es oro. Y con la energía, transformista ella, no recibo más que disgustos.