Nerea y Miguel

Miguel va camino de los 4 meses y Nerea de los 23. Se llevan como hermanos y el perjudicado siempre es el mismo. Se suele reproducir una situación que yo al principio no llevaba nada bien, aunque me voy acostumbrando: Nerea se acerca al hermano muy lanzada; la animamos -intentando controlar su comportamiento- diciéndole: “dale un besico a tu hermano”. Y sí, se lo da. Pero prácticamente al tiempo de dárselo cierra el puño amenazador y se muerde la lengua doblada entre los dientes frunciendo el ceño: si no la apartamos, es cuando le pellizca la cara, la oreja, la mano, o donde pille, con mucha fuerza. Nadie le ha podido enseñar ese gesto. Es innato.
Desde hace varias semanas Nerea construye oraciones simples completas (Sujeto + verbo + predicado), aunque yo todavía no diría que habla porque la interacción oral se limita a pregunta-respuesta y elicita muchos sintagmas (“se come” trozos al hablar apoyándose en el contexto y en los objetos de la comunicación):
– Papá toma (la rana de plástico).
– (Papá bájame al) suelo.
– Mmmmm (dame más/quiero/qué rica está la) sopa.

Anteayer se peleó con un niño de la guardería, según nos dejó apuntada su “seño Eli”. Lo siento por los padres del niño, que seguro que salió perjudicado de la reyerta: Nerea, por nacer en Marzo, es de las mayores de la clase. Si además le sumamos que es niña, tiene un carácter dominante y está bastante fuerte, porque le gusta mucho trepar, que anda jodida cada vez que se acuerda del hermano, y que en breve cumplirá los ¡terribles! dos años… pues… es un peligro. Y cualquiera se pone a razonar con ella :-)
Ayer le instalaron su dormitorio, que la cuna ya se le estaba quedando un poco pequeña, y su habitación estaba “desangelada”, y lo pagamos, con lo que nos hemos quedado “pelaos” para lo que queda de mes. Eso sí, muy contentos todos (menos “el perjudicado”, que no se entera, claro).
Como con el frío ya no salimos tanto al jardín, ha abandonado sus principales pasiones: empaparse de agua, abrir la manguera, jugar con el pulverizador a presión…
Ahora su interés primordial es coger las banquetas de la cocina y arrastrarlas por toda la casa en busca de un sitio alto al que subirse o un objeto fuera de su alcance que agarrar. La única solución para evitar que alcance objetos indeseados es encerrar las banquetas bajo llave en la galería.
Nerea es muy independiente: se enfada y chilla si no le dejamos tomarse la sopa o beberse la leche ella sola. Ni qué decir tiene que el pringue a la hora de desayunar, comer (los findes), merendar y cenar está prácticamente asegurado. Estoy pensando en comprarle un chubasquero, porque el babero sirve de poco.
Sus juguetes predilectos (sin contar con los del baño) son, por el momento, un puzle que le regaló su tita Carmen, y luego dos juguetes a pilas que suenan música cuando aprietas unos botones: a Nerea le encanta bailar y cuando se acuerda de los juguetes yo me acuerdo de quien se los regaló.
En estos dos años que se van a cumplir puedo afirmar que, por la parte que me toca (que es menor que la que le ha tocado a Mercedes, la verdad), criar a Nerea es un placer. Yo no contaba con que convivir con un bebé-niña era algo tan tremendamente divertido, lo confieso.