Resulta que IU ha obtenido un mal resultado electoral porque la ley no está de su lado. Sin embargo, en otro tiempo llegaron a hablar de sorpasso al PSOE. Y eso teniendo en cuenta el bipartidismo, la ley D’Hont y los media. Pero aún y así, se habló de adelantar al PSOE. Eran otros tiempos. Tiempos en los que las minorías no eran laminadas dentro de la propia organización; se invitaba a otras fuerzas políticas a formar parte de la misma (PASOC, Los Verdes…); el PCE dejaba hacer, se hablaba de unidad de la izquierda…
Muchos reclaman para IU principios de igualdad y justicia que la propia IU no se ha aplicado, al menos internamente, con la profundidad que pudiera y debiera. En IU se han laminado a las minorías discrepantes. Y la principal razón esgrimida por la mayoría, por el núcleo “duro” del PCE ha sido que “los otros” querían pactar con el PSOE. Por este motivo, unas veces fundado, otras no, se les anatemizó y se les invitó a largarse de la organización. Es lamentable que hoy sigan en las mismas.
El propio Llamazares, por no plegarse a los dictados del núcleo duro del PCE, ha sido atacado desde la propia organización, saliendo elegido coordinador general por un margen muy pequeño de votos en la VI Asamblea Federal. Él se desquitó elaborando un video sobre la historia de IU en el que no salía Julio Anguita. “Donde las dan las toman”, debieron de pensar.
La crisis actual de IU comienza en el 95, el esplendor de IU, cuando a la hora de elaborar las listas electorales a las elecciones municipales el PCE da un puñetazo en la mesa y descabalga a los cargos públicos vinculados a la Nueva Izquierda de Cristina Almeida y López Garrido quienes más tarde entran a formar parte del PSOE, cuando éste ya había perdido el gobierno del país y comenzaba su andadura en la oposición a Aznar.
Fue el PCE -dejémonos de zarandajas- quien propaló las razones por las que los cargos públicos de IU (no afines) dejaban de ser elegidos en todas las asambles locales: querían pactar con el PSOE, dijeron. No hubo otros argumentos, no se cuestionó su labor durante los años anteriores, dedicados a dar a conocer IU a la población. Mentira o verdad, nada de eso importó.
La organización se rompió por el lado más débil: el sector social, el más activo y luchador pero minoritario en la organización que, tras años de compartir reivindicaciones en la calle y de servir de correa de transmisión hacia las instituciones, se queda dividido, sin entender la razón: “sus” representantes políticos acaban en la calle, mientras que el aparato de IU (PCE) les informa de que así se producirá un adelantamiento al PSOE, ya que los concejales descabezados (que podemos contar por decenas en toda España) no dejaban que IU creciera libre, porque aspiraba a la unión con el PSOE. A algunos representantes de esos movimientos sociales se les invita a entrar en las listas electorales -lejos de los puestos de salida-. Es cierto que en las elecciones municipales del 95 (2.589.780 votos) y generales del 96(2.639.774 votos) no se nota, desde el punto de vista electoral, la maniobra de poda descarnada que acaba de sufrir la organización. Al contrario: obtienen los mejores resultados de su historia. Pero es cuestión de tiempo: el árbol no volverá a dar frutos… (con minúscula).
Porque en cuatro años de oposición, sucedió algo muy curioso: El Coordinador General de IU, sustituto y mano derecha de Julio Anguita, Paco Frutos, establece un pacto pre-electoral con el PSOE para las elecciones del año 2000. Después de haber sido capaz de echar a una parte cualitativamente muy importante de la militancia de IU a la calle, diciendo que querían pactar con el PSOE; quien era a la sazón Secretario General del PCE, se saca de la manga un “hacer lo que digo pero no lo que hago”, que es difícilmente explicable a las bases de IU, y al electorado, y que solo es capaz de deglutir una parte del electorado de IU (a muchos de los cuales se les atragantará). Comienza el descalabro: De 21 diputados, pasan a 8 (la purga de hace 4 años se deja más de 1.300.000 votantes en el camino). Ya da igual. IU ha perdido toda la credibilidad que tenía.
El ejemplo de Cartagena es paradigmático: tras descabalgar de las listas electorales municipales, en el 95, a 3 concejales, los nuevos que entran a formar parte del ayuntamiento no duran ni un año como miembros del grupo municipal de IU: a los pocos meses de firmar el acta de concejal dos de ellos se van al grupo mixto.
A nadie que quiera mirar la historia de la coalición de izquierdas le debe extrañar que hoy no tengan ni dinero para pagar las deudas (ni que el Ayuntamiento de Cartagena no cuente con concejales de IU).
Lo mejor que podría hacer el PCE es cerrar el chiringuito de IU o, mejor, solicitar su entrada como corriente de opinión dentro del PSOE.