Así se llama el último libro que acabo de leer. Está escrito por Marcela Iacub, una jurista argentina especializada en bioética en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas. El libro, editado por Flammarion (2002), habla de la liberación sexual de las mujeres. Es breve pero interesante. Podríamos decir que es un libro “coral”, en el que aparecen tanto la visión de la protagonista, Louise Tougènes, que realiza la investigación, como la de sus familiares, amigos y conocidos (feministas de distinta índole, homosexuales, prostitutas ocasionales, escritores, políticos, gente normal, en definitiva).
El libro aporta, ya digo, diferentes puntos de vista sobre aspectos tales como la prostitución, la pornografía, y otros modos de entender y practicar el sexo.
Con buen criterio, la autora pretende evitar o más bien mostrar gran parte de la moral dominante y dominadora que cubre la sexualidad en nuestra sociedad (ella se refiere a Francia, pero el caso español es similar).
Por destacar un par de aspectos aspectos llamativos, dice que lo mismo que se dice de la pornografía hoy (incluso desde cierta óptica “progre”), se decía hace años sobre la masturbación: que esta reducía el sexo a algo banal y pecaminoso, entonces; mientras que la otra, cosifica a la mujer, convirtiéndola en un objeto de deseo y no en un sujeto que siente y padece.
En lugar de criticar esta pornografía actual masculina, en cuanto que el sujeto al que está dirigida es fundamentalmente masculino, afirma que las mujeres deberían descubrir y apostar por su propia pornografía, como elemento liberador. Además, defiende que lo que define una agresión sexual hacia una mujer es si ha existido o no el consentimiento por su parte.
Por descontado que está a favor de la “legalización” de la prostitución. Dice: “Todos sabemos que hay personas en Francia que durante años fabrican en talleres sórdidos la ropa que llevamos con el objetivo único de poder pagar su transgresión de las severas leyes francesas de inmigración. Y no por eso se le ha ocurrido a nadie prohibir la costura”.
Más adelante dice: “En la prostitución humilde, me parece que lo que perjudica a las mujeres son las condiciones de trabajo, no la naturaleza del trabajo”.