A Javier Ortiz lo he querido como se quiere a un buen amigo. Me consta que se asomó a este Cuaderno de Campo en numerosas ocasiones, aunque solo dejara constancia de ello una sola vez, que yo sepa. De lo que estoy seguro es de que nos guardábamos mutua simpatía, aunque no nos hayamos conocido en persona. Mil gracias le sean dadas de nuevo a la internet por ello.
Algo de flashback, por si la memoria me falla más adelante:
A finales del año 1999 estuvo un par de meses viviendo en Londres -en la isla británica- este que escribe. Googleando con el ordenador de Phil Yeoman -por aquel entonces concejal laborista que me tenía hospedado en su casa (por causas que ahora no vienen a cuento)-, comencé a seguirle la pista “online” a través de internet a Javier Ortiz, al que yo ya le seguía la pista, en papel, desde los inicios de El Mundo.
Cuando nació ese diario, yo trabajaba de Secretario del grupo municipal de Izquierda Unida en el ayuntamiento de Cartagena (comencé en las elecciones del 89 y lo dejé en las del 95). El grupo pagaba los tres diarios locales que yo compraba en el quiosco que regentaba Fina (a la sazón, viuda del pintor cartagenero Enrique Gabriel Navarro), hoy ya fallecida.
Adolfo (marido de la entonces concejala de IU Teresa Rosique, mi jefa) me pidió que comprara algunos números iniciales de El Mundo. Adolfo era parte oficiosa del grupo municipal, aunque no cobrara, y yo, que sí cobraba (más incluso que la concejala) le ayudaba a confeccionar una hemeroteca con noticias sobre el trabajo del grupo municipal y sobre asuntos de actualidad de la comarca y la región, que luego servían de fondo documental para las mociones, ruegos y preguntas que el grupo elaboraba.
Me aficioné a leer a Javier Ortiz (y a Gabriel Albiac, Umbral, Gala…), y empecé a comprar el diario con mi sueldo. Teresa lo advirtió y un día me dijo que lo metiera como gastos del grupo. Así lo hice.
De esa época guardo una buena colección de viñetas de El Roto. Ya iré metiendo algunas por aquí, si algún día me animo a ello.
Osea, que fue en Londres cuando, empecé a seguirle la pista a Javier Ortiz, y me hice asíduo de sus columnas de opinión. Más tarde (finales del 2001), ya en Cartagena, llegué a conocer La patera y empecé a participar.
La patera entonces era una lista de correo administrada por un tal Pako (y Pablo Susinos). Sabiendo que los que escribían eran lectores de Javier Ortiz, como yo, y estando con ganas de discusión política, me di de alta y me di a conocer. A diario nos llegábamos a juntar con 50 o 60 comentarios de lo más variopinto, con lo que leerlo todo, era bastante complicado. Pero todo lo que aprendí, no está escrito. Y además me permitió intercambiar emails con Javier Ortiz. Al principio La Patera era una lista de correo abierta, en la que podías leer en abierto cualquier comentario de los pateranos, y solo para escribir tenías que darte de alta.
Luego La Patera cambió de nombre y de formato. Se llamó y se llama Islapatera y es una lista de correo privado: para leer y escribir tienes que darte de alta, previa autorización de alguno de sus miembros. Y es que tuvimos algunas malas experiencias con unos “trolls” maleducados.
Para mi es imposible hablar de Javier Ortiz sin mencionar la Islapatera. Y es que seguro que esta isla tiene algo de la Jamaica de Javier Ortiz.

Otro día sigo…