Hace un año murió uno de mis mejores maestros hasta la fecha, Javier Ortiz, y me sigue doliendo esa pérdida. El próximo viernes 30, las Juntas Generales y la Diputación de Gipuzkoa han organizado un homenaje en su memoria, promovido por Alternatiba. Consistirá en una mesa redonda en el Koldo Mitxelena Kulturunea (de 19’00 a 21’00 h), moderada por Mariano Ferrer y que contará con la participación de Garbiñe Biurrun, magistrada y contertulia de Javier en el programa televisivo Pásalo; Arantxa Gurmendi, actriz y activista-feminista, amiga de Javier desde los tiempos del exilio de Burdeos; Nacho Escolar, ex-director de Público; Rafael Chirbes, escritor y viejo amigo de Javier; y Mikel Iturri, otro buen amigo, y coordinador de Javierortiz.net. Presentarán el acto Rafaela Romero (Presidenta de las Juntas Generales de Gipúzkoa) y Maria Jesús Aranburu (Diputada foral de Cultura y Euskera). Si alguien que lee esto le pilla cerca, lo animo a asistir al acto.

Comprometido con la verdad, ¿qué diría hoy Javier de la trama Gürtel, de Jaume Matas, del acoso a Garzón…? Algo puedo imaginar. No hay más que releer los miles de escritos en su página web para averiguar hacia adónde apuntarían sus reflexiones. Pero el punto de brillantez y novedad que daba a cada noticia y que me hacía empezar el día leyendo su columna, eso ya lo hemos perdido.

La prosa de Javier era una lección constante de lógica y austeridad. Con la misma sencillez que un cuchillo caliente cortando mantequilla, las frases, los párrafos y las columnas de Javier introducían orden en la amalgama que forma la opinión generalizada de la mayor parte de los periodistas de actualidad, periodismo, en general y salvando honrosas excepciones, del cuál él renegaba. Una de sus frases preferida era esa que decía: “nunca arruines toda una brillante carrera de perdedor por un simple éxito de mierda”. Y a decir verdad, su compromiso vital estuvo siempre del lado de los perdedores.

Pero lo mejor de Javier, para mí, era la reflexión serena a que te obligaban sus columnas diarias y su tesón. Aún cuando no compartiera, excepcionalmente, todos sus puntos de vista, cuando tal o cual asunto me hacía hervir la sangre, mis pensamientos más reconciliadores huían y mis fuerzas flaqueaban, el hecho de leer a diario a Javier, me hacía volver a confiar en la especie humana. Lloviera o tronara, estuviera enfermo o no, Javier no faltó a su cita con sus lectores ni un día (bueno, solo el día que falleció su madre): “si existen en el mundo otros javierortiz -me decía y me digo- la cosa no está perdida aún o, por lo menos, siempre será más llevadera”.

Le gustaba el fútbol, (no el “fúrbol mediático”) como a mi, y su equipo predilecto era la Real Sociedad. Hoy, va primero en la liga de Segunda División, con lo que con gran probabilidad volverá a Primera el año que viene. Detrás le sigue el Cartagena, a pocos puntos. ¡Mira que si subieran los dos…!