No engaño a nadie:

Hace tiempo, y tras un largo período de reflexión, decidí mi línea política, como si de un partido muy minoritario se tratara. Decidí, digo, que haría campaña a favor del PSOE en todos los puntos positivos (a ver si encuentor tiempo y enumero los más sobresalientes para mi) y en las decisiones que su política implementa, en los negativos no, claro; pero no lo volvería a votar más (sí, lo reconozco, yo voté a ZP). Dejaría, pensaba, mi voto para formaciones muy minoritarias y sin opción de llegar, ya no al gobierno, ni siquiera a la representación (bueno, al menos en el corto-medio plazo)

¿Cómo casa “hacer campaña” por un partido y luego votar por otro? No voy a decir que haya sido una decisión fácil. No. Lo primero que hay que explicar son los matices, muy importantes, de mi línea política. Ya digo que la adopté tras un arduo proceso de análisis y valoración de las posibilidades reales con las que yo contaba, que me pudieran beneficiar (espiritualmente, claro) en el breve plazo, por un lado; y, por otro lado, también, en función de las necesidades de lo que yo considero el bien común, a más largo plazo.

Tenidos en cuenta los anteriores dos criterios de valoración, llegué a la cuenta de que el corto plazo y mi salud mental quedaban a buen recaudo haciendo campaña por el partido que es oposición en mi ciudad y mi provincia; campaña que al menos en mi entorno perseguiría dos objetivos cruciales: intentar captar unos votos para el PSOE, robándoselos al PP y a la abstención (que ya digo que forman parte de mi entorno) posibilitando un giro, si no a la izquierda, sí al centro; y también arrearle al PP y a sus secuaces con el palo más gordo y que más les duele en la poltrona hoy en día: el PSOE (sobre este punto tendré que seguir reflexionando, pero hoy por hoy, lo dejo así).
Pero además, al haber decidido que yo, personalmente, no los votaría quedaba al margen de los puntos obscuros y negativos de la política del PSOE, salvaguardando mi coherencia ideológica, y además apoyando con mi voto a un partido minoritario (actualmente Izquierda Anticapitalista -IZAN-: en Cartagena 19 votos). Quede claro que yo nunca he ocultado ni ocultaré el sentido de mi voto (es más, creo que aceptar el voto secreto es un lastre para cualquier democracia que se precie, y no lo contrario, como algunos listos se empeñan en hacernos creer). Pero, por el momento, en el que no me encuentro con fuerzas para participar en ningún partido político (y que IZAN aún no funciona en mi comarca) reconozco que hacer campaña por IZAN en mi entorno de peperos y abstencionistas me traería más dificultades y sinsabores que hacerlo por el PSOE.
Así pensaba la mayor parte del tiempo de unos años acá. Pero las fuerzas flaquean, también lo reconozco, y estoy pensando en abrir(me) un nuevo período de reflexión.

Estoy abierto a críticas. Soy muy flexible.