Panorama dentro: Sin humo de tabaco, con aire acondicionado, con freidora, con 40 principales, con Antena3, con tragaperras, el AS y La Verdad.
Panorama exterior: sin humo de tabaco, con aire fresco, sin música, con solecito, gorriones persiguiendo migas de pan.

Lo peor es que nos hemos tenido que sentar dentro del bar STOP porque no había sitio fuera. Me he quedado dentro y por los ventanales miraba a los que estaban fuera, que me devolvían la mirada pensando que los miraba con condescendencia, con lástima, cuando en realidad los miraba con envidia.

Allí estabamos, de nuevo, las dos Españas. La sociedad sana, la que piensa que nos ahorrariamos 7000 millones si la gente no fumase, la que piensa que no va a producir gastos hospitalarios porque no fuma.

Al otro lado del cristal, la sociedad del bienestar. Y yo rabiando dentro, mirando envidioso a los que fuman fuera. Si el camarero no pone más mesas a ver si por lo menos el cancer me despeja alguna que me salga fuera.

Pasaron los minutos y allí no se moría nadie.

¿Que qué me parece la ley anti-tabaco? Pues (sin ironias) un gran avance, y el día que el bar STOP amplie su terraza, además, será fantástico.