Qué bellos tiempos nos toca vivir. Día sí, día no, nos vemos los amigos y amigas en la calle. Nuestro cariño no conoce el frío ni el calor. Poco nos importa que en nuestras viviendas nos estén esperando los mejores programas culturales de televisión: televisión de plasma y pública. Poco nos importa que a través del ordenador tengamos acceso a una cultura gratuita, de calidad, subvencioanada por los impuestos de todas. Muy bien podríamos quedarnos en nuestros palacios, que nuestro trabajo nos ha costado poseer plenipotenciariamente, en los cuales disfrutamos, también, de alimentos genéticamente transparentes, cuyo etiquetado haría palidecer al mismísimo Cervantes.
Gracias a años de venturoso esfuerzo laboral, ininterrumpido, merced a las gloriosas políticas de empleo que nuestros honestos gobernantes implementan desde los años… desde siempre, hemos conseguido poseer esos bienes de consumo, arrebatándoselos a los bancos de sus preocupaciones, y permitiéndoles a éstos dedicarse a lo que genuinamente están destinados: fomentar la cultura y la filantropía. Poco de esto importa. Sigue leyendo…