Los borradores presentados por el equipo de Pablo Iglesias van a ser los más votados, casi con toda seguridad. Imagino que pesa mucho en el subconsciente colectivo que la labor del equipo que nos ha traído hasta aquí deba ser recompensada con ciertas dosis de confianza. Es razonable.

Yo mismo, hasta que Pablo Iglesias y su equipo presentaron su propuesta de borradores (ético, político y organizativo), y el anexo que marca las directrices de cómo presentarse a las elecciones municipales, hasta ese momento, yo mismo, digo, habría votado cualquier propuesta que hubieran presentado, casi con independencia de su contenido.

Hoy ya no.

Ellos han decidido dar un giro en la línea táctica a seguir. Han tomado la decisión de salvaguardar la marca PODEMOS de las elecciones municipales, para dejarla inmaculada para las elecciones estatales. Es este un movimiento táctico, que busca posicionarse mejor en el tablero de la opinión pública, suponiendo que en los seis meses que separan a las municipales de las estatales se pudieran producir acontecimientos no deseados que dieran al traste con las aspiraciones de todos de “asaltar el Congreso”. Es legítimo.

Pero, insisto en que su decisión es más táctica que política, de ahí que mi posicionamiento hacia la misma siga un derrotero similar. Quiero con esto decir que no ha sido una razón determinante para decantar mi voto que la propuesta de Pablo Iglesias apueste por un secretario general mientras que la de Sumando Podemos –por ejemplo- defienda la existencia de tres portavoces; ni tampoco que el modo de elección de los órganos internos difiera en cuanto a la menor o mayor participación de los simpatizantes; ni siquiera que la línea política que traza su propuesta nos vaya a obligar a presentarnos a las municipales con una marca blanca, en lugar de bajo las siglas Podemos que con mucho esfuerzo se han puesto de pie desde los Círculos.

Lo que decanta mi voto es la convicción de que el Equipo de Pablo Iglesias ha cometido un error táctico importante: no aprovechar el poder municipal de los Círculos para ponerlos a favor del proyecto “Elecciones Estatales PODEMOS”. Y esto hay que hacérselo saber.

Las elecciones municipales son en mayo, y las estatales en octubre. Mientras se constituyen los ayuntamientos y pasa el verano no va a dar tiempo a nada. A casi nada. Esto es lo que debemos gestionar, ese “casi nada”. Luego, no solo son escasas las posibilidades reales de que movimientos disruptivos en los ayuntamientos alteren los resultados a las elecciones estatales, como se viene avisando, si no que, más bien al contrario, dejamos de lado un potencial de valor aún hoy incalculable, pero a tenor de las encuestas importante sin duda: los altavoces que la marca Podemos darían a nuestra campaña estatal, que quedan ensordecidos bajo la marca blanca.

Además, el mencionado error táctico del equipo de Pablo ha estimulado un desencuentro entre el equipo promotor y muchos Círculos. Es decir, que preocupados por la respuesta de la gente a posibles conflictos en hipotéticos ayuntamientos, el Equipo de Pablo no ha valorado suficientemente el calibre de la desazón y el malestar que su decisión podría ocasionar, y ha ocasionado, en el interior de los Círculos.

Existe otro daño, que podríamos llamar “colateral”, que es el que se va a producir entre las listas de ediles que responden a la marca blanca, y los Círculos Podemos. Los que hemos vivido de cerca la política municipal sabemos que se producen desencuentros “naturales” entre la línea política que traza “el partido”, y la que el ritmo de trabajo institucional marca a los representantes políticos. Los primeros se deben a sus simpatizantes. Los segundos a la ciudadanía. Esta realidad a la que los Círculos deben ser sensibles, también puede quedar desdibujada si los alejamos del ayuntamiento.

Todo se puede remediar con voluntad y autocrítica. Pongámonos manos a la obra.