Una de las últimas llegadas al comedero es este mirlo “shaolín“, con la cabeza calva completamente y que espero un día sea el ganador de algún concurso de aves feas.

El más feoEl más feo

En realidad esto de los “mirlos calvos” es menos raro de lo que podría parecer. Los túrdidos, entre los cuales se encuentran los mirlos y zorzales, tienen la extraña “habilidad” de desprenderse de un buen montón de plumas si se sienten en peligro. De forma parecida a lo que les ocurre a las lagartijas con sus rabos, estas aves pueden en situaciones extremas desprenderse de multitud de plumas pequeñas que con el batir de alas y el ajetreo del ataque de un predador distraigan y desconcierten suficiente al atacante como para dar una oportunidad de escape. Normalmente perderán plumas pequeñas del vientre o del torso, pequeñas, abundantes y muy volátiles que no les restan capacidad de vuelo, pero incluso si la situación es crítica pueden llegar a desprenderse de plumas grandes que les obliguen a vivir una temporada a la carrera, sin poder volar.

Ya hace muchos años llegó al jardín de casa un Zorzal charlo (T.viscivorus) anémico y desfallecido. Con tan pocas plumas que era incapaz de volar y con tan pocas fuerzas que se dejó coger sin siquiera tratar de huir.

Zorzal recién llegado, pelado y hambriento (original en diapositiva)Zorzal recién llegado, pelado y hambriento (original en diapositiva)

Lo tuve en casa cerca de dos meses. Llegó a domesticarse y lo mantuve suelto bastante tiempo acudiendo a su jaula para comer mientras iba recuperando el plumaje. Cuando lo tuvo completamente recuperado le pude hacer algunas fotos más dignas casi al mismo tiempo que el pájaro decidía que eso de vivir con los humanos ya estaba sobrando.

Zorzal recuperado  (original en diapositiva)Zorzal recuperado (original en diapositiva)

Además de esta los Zorzales disponen de otra habilidad que los distingue de otras aves: la destreza para devorar caracoles rompiendo su concha. Para esto los Zorzales transportan a los caracoles desde donde los encuentran a alguna zona de rocas donde golpean al caracol contra las rocas hasta quebrar la concha acceder así al interior y a su cuerpo blando. Cada zorzal suele tener su “rompedero” favorito y allí se van acumulando restos de caracoles que resultan muy distintivos y que en ocasiones pueden llegar a ser muy abundantes.

Nota curiosa: En segundo episodio del El Hobbit, La desolación de Smaug, los enanos encontraban la puerta oculta en la montaña de Erebor gracias a un “Zorzal llamando sobre la roca” que no es más que un zorzal cascando un caracol contra el suelo. La tradición inglesa por la ornitología también esta presente en la novela.